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ARTÍCULOS ORIGINALES
ANTONIO BOADA
Revista Perspectiva Empresarial, Vol. 9, No. 1, enero-junio de 2022, 3-5
ISSN 2389-8186, E-ISSN 2389-8194
En este sentido Rugarcia (1997) y Sánchez
(2012) señalan algunas características importantes
del pensamiento crítico del individuo en formación,
a saber: (i) el pensamiento crítico se desarrolla (no
se aprende y menos memorizándolo); (ii) es un
método basado en un razonamiento que potencia
la búsqueda y/o aplicación del conocimiento; (iii)
es una habilidad intelectual “no trivial” y (iv) el
pensador crítico posee ciertas actitudes tales como
cuestionar, dudar, afán por la verdad y sensibilidad
ante el contexto.
Si bien los modelos pedagógicos con espíritu
constructivista potencian el pensamiento crítico,
también es importante que este pensamiento no se
desligue de la racionalidad de las ciencias (vinculada
cosas, Siegel (1989) y Laburu (1996) argumentan
que todo objetivo educativo debe supeditarse al
pensamiento crítico; pensamiento, evaluado bajo
el compromiso de las evidencias sustentadas en el
Modelos pedagógicos con enseñanza
constructivista como el del CEIPA, en alianza con
la Arizona State University, exponen un principio
orientador en el que el conocimiento es construido
por el propio individuo a través de un desarrollo
arquitectónico propio; fundamentado en la
situación problémica a resolver y a las relaciones
con otros sujetos a través del aprendizaje en grupo.
Así las cosas, si bien dicho modelo presenta
una importancia en la enseñanza crítica, los
aprendices construyen representaciones
mentales del entorno que les rodea y que son
usadas para guiar e interpretar sus acciones;
de esta manera los participantes parten de
conocimientos preestablecidos, resolviendo la
situación problémica, cargados de preconceptos
que en ocasiones son divergentes del conocimiento
and Zylbersztajn, 1981; Driver, 1989); y es allí
precisamente en donde el facilitador (docente) debe
intervenir para guiar el desarrollo del pensamiento
crítico, motivándolo, con sinergia al conocimiento
de discusión para analizar otras visiones
divergentes (desarrollando el profesionalismo sin
desechar a priori diferentes visiones previamente
seleccionadas).
Por tanto, todo aprendizaje realizado sobre un
modelo de enseñanza constructivista debe tener en
cuenta que los participantes entrarán en un proceso
de reorganización activa de su conocimiento a priori
para luego proceder a construir nuevos dominios
de conocimiento, los cuales utilizará de forma
activa (learning by doing) para poder dar respuesta
efectiva a las situaciones problémicas y/o retadoras
planteadas. Es aquí en donde el pensamiento crítico
debe hacerse presente, ofreciendo plena libertad
al participante para desarrollar su pensamiento
actualizado— que lo lleve al análisis de las múltiples
efectivas y sobrellevar una visión lógica que pueda
ser defendible con argumentos sólidos y con
Por tal motivo, en esta era post pandemia,
la evaluación positivista-reduccionista se
encuentra cada vez más cuestionada dado que
las concepciones y desarrollos generalmente no
poseen soluciones universales sino que dependerán
de la posición y argumentos críticos derivados del
error cuando el pensamiento crítico se subsume al
currículo, generando “aprendizajes canalizados”
que los docentes creen que “deben ser realizados
evaluativa.
Para concluir, de acuerdo con Castellano (2007),
los estudiantes con habilidad de pensamiento
crítico se caracterizan por tener diferentes
disposiciones tales como la disposición a la osadía
estrategias, ser intelectualmente cuidadoso, buscar
y evaluar razones y ser metacognitivo (Sánchez,
2012); aspectos que diferencian la formación
profesional de la formación del técnico y/o
tecnólogo (Boada, 2020).
que “los modelos de enseñanza constructivista
sin participación activa del pensamiento crítico
al fracaso”.