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ARTÍCULOS ORIGINALES
DIEGO PÉREZ
Revista Perspectiva Empresarial, Vol. 8, No. 1, enero-junio de 2021, 3-6
ISSN 2389-8186, E-ISSN 2389-8194
La reflexión constante sobre el
currículo: una necesidad
Una mirada tradicional sobre el currículo se
fundamenta en considerar a este como un compendio
de saberes, normas, derechos, deberes y aspectos
de tipo político, social, ético entre otros, en el marco
de unos intereses particulares. Esta perspectiva
de currículo —obsoleta por demás— ha sido
cuestionada en las últimas décadas; reivindicando
que el currículo como respuesta a las necesidades
de la sociedad debe ser dinámico, debe responder
a necesidades e intereses colectivos y debe atender
—como organismo vivo— a la dialéctica constante
con el medio en el que fue concebido.
El currículo no puede ser pensado únicamente
como la “carta de navegación” de una institución
sino que debe ser un integrante más del día a día
de los estudiantes, los profesores, los directivos y
los demás integrantes de la comunidad educativa.
Además el currículo no es un documento terminado
y la (re)constitución constante.
Las demandas de la sociedad del conocimiento
han hecho que las empresas muten y se muevan
y sobrevivan a las oleadas de información
(verdadera o falsa), las demandas de sus clientes,
la competencia y el uso de los datos de sus clientes
y colaboradores para sostenerse en el tiempo. Si
este es el panorama que ofrece la sociedad, la
universidad —como lugar llamado a formar a
los profesionales del presente y del futuro— no
puede ser indiferente a estos cambios; esto implica,
además, una revisión dialéctica de adentro hacia
afuera y viceversa (Biggs and Tang, 2011; Scott,
2015; Stößlein and Kanet, 2016).
La reflexión sobre la actividad
de enseñanza y el currículo: una
actividad docente
Pensar en los cambios constantes que demanda
la sociedad del conocimiento, en aspectos didácticos
y metodológicos, implica que tanto directivos como
sobre su propia práctica.
La búsqueda de soluciones a esta problemática
profesores, sobre todo en cuanto al diseño curricular
de sus cursos (Morosini, 2000). Estas tensiones
saberes y competencias se deben evidenciar en un
privilegiar en esta área de conocimiento y cuáles
dejar para otras áreas?; causando en los profesores
la necesidad de constituir grupos de colegas que se
piensen, desde la colectividad, los posibles caminos
de formación para sus estudiantes (Zabalza, 2004;
Moretti e Moura, 2010; Guzmán y Quimbayo, 2012;
Junges e Behrens, 2016).
constante de los profesores sobre sus propias
actividades de enseñanza como una posibilidad para
pensar, desde la colectividad, en nuevas apuestas
para la enseñanza de los objetos de conocimiento
(Imbernón, 1994; Alarcão, 1996; Almeida e
por cuestionarse, individual y colectivamente, cuál
o cuáles aportes se pueden hacer desde el área
de conocimiento desde la que se enseña. En este
sentido para Grillo (2000),
las condiciones de enseñanza cambian día a día
y no existe la seguridad de lo que “es correcto”.
En esta perspectiva, el profesor necesita ser un
investigador que cuestione su pensamiento y su
dinámico, tome decisiones y cree respuestas
más adecuadas porque son construidas en una
situación concreta propia. (p. 75)
sujeto que —en la medida de sus condiciones y
posibilidades— apunta caminos para producir
cambios reales y sustanciales en sus planeaciones,
en sus materiales metodológicos, en el diseño de sus
clases, en el diálogo con sus estudiantes y colegas y
en su postura sobre los saberes de las otras áreas.
se inclina sobre el contenido de su propia
experiencia, la examina, la relaciona con otras
y la analiza a la luz de las experiencias propias
de los otros. La experiencia actual aprovecha
algo de las anteriores y contribuye para el
perfeccionamiento de acciones posteriores, lo