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ARTÍCULOS ORIGINALES
GIOVANNY CARDONA MONTOYA
Revista Perspectiva Empresarial, Vol. 6, No. 2, julio-diciembre de 2019, 3-4
ISSN 2389-8186, E-ISSN 2389-8194
Pero esa era ha terminado. La humanidad se
halla en la encrucijada de su futuro. La época en
que señalábamos que “no heredamos la tierra de
nuestros abuelos sino que la tomamos prestada
de nuestros nietos”, se ha agotado. El planeta se
desmorona ante nuestros ojos. ¡Es hora de actuar!
La nueva concepción de desarrollo sostenible
obliga a las empresas a verse más sistémicas,
menos atomizadas. Aunque la economía de
mercado se fundamenta en la competencia entre
organizaciones creadas bajo la propiedad privada,
estas no pueden seguirse viendo como islas
separadas por un mar al que le son indiferentes.
Todos hacemos parte del mismo sistema vital.
La competitividad de la empresa del futuro
procesos de innovación que permitan alcanzar la
entorno vital (agua, aire y otras especies vivas).
No hay espacio para rentabilizar negocios que
sigan destruyendo el planeta. Ya no hay territorio
para esta lógica mercantil. Las innovaciones
deben basarse en la simbiosis entre lo privado y lo
público: hacer negocios privados que produzcan
bienes ambientales de carácter público.
En ese contexto, aparece la tercera columna
del nuevo paradigma de desarrollo: la dimensión
social.
El crecimiento económico de las últimas
décadas se ha alcanzado, a pesar de que cerca
de dos millares de habitantes del planeta han
sido segregados del desarrollo alcanzado.
La informalidad, el desempleo y la falta de
oportunidades básicas para millones de personas
no han sido óbice para que países y empresas
continúen la senda del enriquecimiento
económico.
Pero no solo porque no hay una ética que
es caldo de cultivo para un mayor deterioro
ambiental (por ejemplo, quemas indiscriminadas
de bosques, cacería descontrolada, minería
informal e ilegal, utilización de tecnologías
obsoletas).
En suma, solo empresas creativas e
innovadoras que combinen la rentabilidad
inclusión social podrán ser agentes de cambio
ante el reto venidero: “el desarrollo sostenible de
los próximos lustros”.