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ISSN: 1900-2459
N° 20
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Reflexiones sobre la importancia
interpretativa de los índices de salud
pública con la COVID-19
Antonio Boada*, Francisco Jaramillo**
RESUMEN
Continuamente se publican estadísticas acerca de las afectaciones de la
COVID-19, pero casi en el total de los casos se revisan cifras absolutas y se desconoce
la relatividad de dichas cifras respecto a parámetros tan simples como el tamaño
poblacional, eso equivale a pensar que es igual que haya cincuenta decesos
por la enfermedad en un país tan poblado como China a que el mismo número
de decesos se dé en un país poco poblado como Panamá. Para el desarrollo de
este texto se registraron datos a agosto 11 de 2020. Inicialmente se revisaron las
cifras y se hizo una comparación para todos los países del mundo, luego para
América Latina y el Caribe y, finalmente, se realizó esa revisión en los distintos
departamentos de Colombia. Valga señalar que no se trata tampoco de proponer
la eliminación de las cifras absolutas, ya que su relevancia es obvia; la invitación
es a presentar ambos tipos de cifras simultáneamente.
Palabras clave: indicador, COVD-19, medida relativa, frecuencia relativa.
* Docente de tiempo completo de CEIPA Business School, antonio.boada@ceipa.edu.co.
** Docente de tiempo completo CEIPA Business School. Correo: francisco.jaramillo@ceipa.edu.co
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1. Introducción
El mundo se ha visto frenado y atemorizado a causa de la COVID-19, la situación
ha generado toda una ola de información que ha traído una percepción de
información y desinformación simultánea, ello impulsado principalmente por
el acelerado número de contagios que se transmiten de persona a persona
(Obando et al., 2020).
Este artículo mantiene la línea propuesta por la Organización Panamericana
de la Salud (OPS), según la cual los sistemas de información juegan un papel
crítico para expresar de forma veraz el desempeño de la situación a la velocidad
de generación; todo esto con la finalidad de generar evidencias y poder sustentar
las decisiones a tomar desde el punto de vista político: “cuanto mejor sean los
sistemas de información de salud, mejor serán los resultados y más sólida será la
continuidad de la atención para proporcionar asistencia médica de la mejor calidad
posible, a lo largo del tiempo, a todas las personas” (Organización Panamericana
de la Salud, 2020). Al final, este conjunto de decisiones permitirá que la extensión
de los servicios de salud y la capacidad de gestión del riesgo en salud se optimicen,
todo esto al momento de presentarse un aumento importante en el número de
los casos (López Casas, 2020).
2. Marco teórico
Los índices exponen una de las principales herramientas para la toma de
decisiones, ya que no solo son capaces de transmitir información científica, sino
que también pueden evaluar tendencias en regiones geográficas definidas, todo
esto con la finalidad de cumplir una función activa en los procesos de monitoreo y
seguimiento de políticas públicas (López y Gentile, 2008). De acuerdo con Macías
Llanes (2020), la información de resultados de una pandemia puede generar
una respuesta social, la cual no solo se refiere a la población, sino también al
ámbito de la subjetividad de los diversos actores sociales, sus representaciones,
conocimientos y actitudes, y puede impulsar inclusive un carácter institucional
relacionado al concepto de sistema de salud y sus componentes, la política de
salud, e inclusive programas de salud.
Sánchez Fernández y Estévez Manteiga (2020) plantean la problemática de
una ausencia de calidad estandarizada de indicadores a nivel global, siendo una
absoluta necesidad la aplicación y extrapolación al mundo tecnológico, a fin de
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poder generar una prioridad en la medición y la correcta definición de indicadores.
En concordancia con Chaccour (2020), no existe un único enfoque universal
que permita responder de manera efectiva a una situación actual en rápida
evolución, si bien cada país debe adaptar la respuesta según las capacidades de
sus sistemas de salud, sus recursos económicos e infraestructura, la información
analizada debe tener un mínimo de formalidad estadística, debe identificar las
particularidades de cada indicador y el comportamiento futuro del mismo según
la evolución de la pandemia.
En ocasiones, construir un buen indicador no es tan sencillo, y para ello es
necesario tomar en consideración diversas características que deben cumplir
los indicadores, a saber: que sean específicos, explícitos, relevantes, oportunos,
de fácil comprensión, exigen monitoreo continuo en el tiempo y que puedan
ser utilizados como política pública. Es por ello que los indicadores expresados
respecto a la COVID-19 no solo deben ser construidos según las especificaciones
anteriores, sino que también se consideran “objetivos” ya que se fundamentan
en evidencias externas independientemente del informante.
Bertrand-Krajewski, Barraud y Chocat (2000) señalan que es necesario advertir
sobre el uso indiscriminado de los indicadores que pueden impulsar el riesgo
de tomar decisiones basadas en información limitada y estadísticamente no
representativa, lo que los convierte en un arma de doble filo al momento de
establecer políticas públicas reactivas, como lo que está ocurriendo con la situación
pandémica actual. Es así como el análisis de indicadores es un área que no debe
tomarse a la ligera, ya que puede generar un impacto en el ámbito político dada
la presentación de indicadores sintéticos e índices, cuyos usuarios directos son los
tomadores de decisiones y la población en general. Es por ello que el desarrollo de
indicadores debe realizarse con suma cautela, impulsando su relevancia, solidez y
robustez científica más allá de la rápida y extensiva promoción por todo el mundo,
para generar una combinación del fundamento científico con un contenido
social y político expresamente reconocido (Perevochtchikova, 2013).
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2018), todo indicador
y en especial en el ámbito de la salud es la estimación de una dimensión
determinada de la salud en una población específica, generado a partir de los
datos, ofrece información para potenciar el conocimiento a divulgar e influencia
la toma de decisiones para generar acciones bajo una espiral denominada “salud
pública basada en la evidencia”.
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Entre los atributos útiles a la hora de evaluar indicadores de salud, tenemos los
que propone Etches (2006), para quien todo indicador debe poseer mesurabilidad
y factibilidad (disponibilidad de datos), validez (que el indicador mida lo que
se pretende medir), oportunidad (que sean recopilados y notificados en el
momento oportuno), reproducibilidad (que exista igualdad en las mediciones,
independiente del tipo de persona o instituto), sostenibilidad (que posea las
condiciones necesarias para su estimación continua), relevancia e importancia
(que puedan suministrar la información adecuada y útil, con la finalidad de
orientar la toma de decisiones), y comprensibilidad por parte de los entes
tomadores de decisiones.
Habida cuenta de lo anterior, este trabajo expone la existencia permanente
de una limitación en la interpretación ofrecida por los valores absolutos (Boada,
Mayorca y Millán, 2009), e incluso también en los valores relativos (Boada y Millán,
2011), por ello se hace necesaria una comunicación asociada en la que se desarrolle
una exposición empática con dichos resultados, se logre así orientar al lector en
su correcta interpretación y se reduzca la posibilidad de realizar comparativos
incorrectos o fuera de contexto. De hecho, en consonancia con Martínez Garay
(2016), el lector debe tener acceso a la información de tal forma que sea capaz de
distinguir con claridad entre estimaciones de riesgo absoluto y de riesgo relativo,
distinción que debe tenerse muy presente cuando se quieran utilizar este tipo
de herramientas en la toma de determinadas decisiones.
Es importante destacar que, dentro del ámbito administrativo, existe una
serie de índices comparativos que se fundamentan en la medición de los errores
y diferencias existentes entre una determinada variable a estudiar, logrando
establecer claramente la magnitud (con unidades) que discrepa entre los dos
valores (Boada, 2009); esto resulta ideal para realizar estudios longitudinales
sobre el mismo alcance o localidad, pero representa amplias debilidades si se
desea comparar transversalmente con otras ciudades o entidades territoriales
que posean aspectos dimensionales diferentes, los indicadores de este tipo
son absolutos.
Por otro lado, un indicador relativo puede reflejar la diferencia relativa (cociente
sin unidades) existente entre un valor determinado y otro valor de la misma
variable, logrando establecer la magnitud porcentual en la que discrepan dos
valores. Esto es ideal para realizar estudios transversales en donde se analice
la proporción afectada según el tamaño de la ciudad o entidad territorial, pero
presenta serias limitaciones longitudinales sobre el mismo alcance, ya que el
valor relativo fluctúa según el valor base colocado en el denominador (Boada y
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Alzate, 2020). El indicador relativo puede darse en porcentaje (que realmente no
es una unidad de medida).
3. Resultados
A continuación, se expone la información oficial de una situación especial
como la pandemia de la COVID-19, los medios de comunicación buscan fuentes
oficiales y estas procuran reducir las percepciones erróneas de la sociedad
sobre su gestión, pero los que comunican la información no están exentos de
difusiones desacertadas. Los indicadores expresados por la pandemia COVID-19
son indicadores negativos en el ámbito de la salud. De acuerdo con Anderson,
Brown y McColgan (2003), el uso de indicadores en el ámbito de la salud pública
siempre tendrá como objetivo alimentar la toma de decisiones, con la misión de
mejorar la salud de la población y reducir las desigualdades injustas y evitables.
Datos mundiales
En este aparte se presentan cifras totales de contagiados y fallecidos,
sin embargo, suponen los autores que la información debería ser mucho
más dinámica y reunir datos de mucha actualidad, por ejemplo, datos de
los últimos 15 o 30 días, ya que esto permitiría contar en todo momento con
información más pertinentes para la toma de decisiones de salud pública. No
debe desconocerse que al disponer de cifras totales entre los contagiados
se están incluyendo simultáneamente personas que fueron contagiadas en
los primeros meses de la pandemia (y que seguramente ya no son activos o
ya fallecieron) con personas que fueron contagiadas hace unos pocos días.
A continuación, se detallan las cifras totales de confirmados y muertos por
país, y se destaca la situación colombiana.
Tabla 1. Totales de presencia de COVID-19 en los países del mundo
Confirmados Fallecidos
1Estados Unidos 5.309.622 1EstadosUnidos 167.789
2Brasil 3.112.393 2Brasil 103.099
3India 2.333.166 3México 53.929
4Rusia 902.701 4Reino Unido 46.628